lunes, 30 de octubre de 2017

Marrakech




     Marrakech es uno de los lugares a los que se debe viajar sin       excepción. Es una ciudad con una esencia diferente que la hace especial y particular. 

Junto con Lisboa, es uno de esos lugares que te sorprenden y te atrapan con su fotogenia y decadencia.



La ciudad roja es su apellido. Está rodeada de murallas de tierra roja que encierran un laberinto de callejuelas, mercados, mezquitas, y minaretes que te llevan a pasear por sus calles embriagándote y haciéndote viajar en el tiempo.

Para vivir la ciudad y poder captar todos sus detalles, mi recomendación es que os alojéis en un riad de la Medina. Un riad es una casa tradicional con patios interiores y una decoración muy cuidada, donde relajarse tomando un buen té moruno acompañado del sonido de alguna fuente. Son una especie de oasis dentro de la ajetreada Medina, o centro de la ciudad. Un remanso de paz, donde inexplicablemente sólo escuchas el sonido de los pájaros, del agua, y de las oraciones diarias...
 Con una arquitectura delicada y ornamentada con cerámicas, alfombras, aljibes, tapices, suelos de barro; y donde generalmente puedes disfrutar de las vistas de la Medina desde la panorámica que te proporcionan las terrazas, donde tienes una visión general de todo Marrakech desde las montañas del atlas hasta sus mezquitas. Y de repente, cuando estás rodeada de su color terracota, con una línea tan guardada y un estilo tan propio y auténtico, comprendes porqué se la conoce como la ciudad roja.
Su lugar más emblemático es la plaza de Yamaa el Fna. Está rodeada de zocos, cafés, restaurantes  donde se dan cita miles de personas llenándolo de color, cultura, sabor...
Si queréis saber más sobre Marrakech, sus tiendas, hoteles, restaurantes donde comer un buen Tajín acompañado de cuscús, no dudéis en preguntarme. 









sábado, 14 de octubre de 2017

Un otoño diferente...









Siempre recordaré este otoño... Y no solamente, por ser aquel en el que escribí mi primera entrada de este blog. Ni porque me gustase poder contaros cómo me  imaginé que empezaría a escribirlo, en una de sus muchas tardes, en las que vería caer las hojas color mostaza y granate, de cualquier pruno caduco, desde el ventanal de la sala de estar, en un día de lluvia...
 Siempre recordaré este otoño, por la percepción que tengo de él, algo diferente y contradictoria. Por estar lleno de esa sensación difícil de describir, pero a la vez tan agradable, que te produce el ver que una nueva etapa quiere llegar, y no lo hace. Y tú, no sabes si quieres que lo haga, porque el tiempo va muy deprisa...
 Esa sensación, cuando el último rayo de sol te toca la cara mientras estás sentada en la terraza, esperando a que ese atardecer llegue a su fin; como ese verano que nunca acaba, como ese instante en el que el sol deja de abrazarte, y sientes la necesidad de estrenar ese jersey de lana, que hace tiempo que compraste pensando que ese momento tan esperado llegaría...


El otoño, está lleno de sensaciones y emociones que no se pueden describir de una manera fácil, sino que hay que sentirlas. 
El otoño es ese matiz de color de la hoja que está a punto de caer. Es el paso desde la calidez del sol, plasmada en ese gama de colores ocres, a la frescura del verdor del musgo. Es ese cesto de mimbre oscuro, que recoge esos frutos  del bosque que están esperando ser protagonistas en el pastel más dulce que acompaña a la taza de té. 

Espero que os pueda trasladar a ese añorado y acogedor otoño, a percibirlo con todos sus detalles. Y ser recordado, como ese otoño diferente, tímido, que no quería destacar sobre las demás estaciones. Porque de momento, sólo parece existir en nuestros recuerdos. 

 Os dejo unas de las últimas fotos de mi Instagram, donde intento captar y recoger esos colores que me recuerdan a esta estación, a la que parece que se le olvida llegar.
                           
                                                                     mavelma_